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sábado, 24 de enero de 2015

Síndrome de Presentación


He rastreado algunos manuales y no encuentro nada  como definitorio del síndrome de presentación tal como yo, a través de múltiples reuniones y congresos lo he deducido de sus alusiones directas o indirectas.

Bierman (1) alude al niño como síntoma de presentación de la siguiente manera “La mayoría de las veces, los niños son traídos a nosotros para su tratamiento por una causa aguda. Su comportamiento, anormal quizás desde hacía largo tiempo, se manifiesta ahora en un síntoma, que desencadena el deseo de buscar ayuda extraña. Los pacientes son traídos porque vuelven a orinarse en la cama o a presentar incontinencia de heces, mas raramente porque se muerden las uñas o se arrancan los cabellos…. Los padres se hallan tan fascinados por el síntoma que casi olvidan describir el resto del comportamientos del niño y apremian al terapeuta para que suprima lo más rápidamente posible esa mala costumbre del niño, como si el tratamiento solo exigiese un nuevo adiestramiento”. 

La terapia conductual creo que satisface directamente el deseo de los padres, la terapia analítica va a considerar el síntoma dentro de la vida familiar del niño y ayudarle a buscar “otras soluciones”. 

Arminda Aberastury, (2) discípula directa de Melania Klein y pionera del psicoanálisis de niños en Argentina,  en los años 50,  en el capitulo V, la entrevista inicial con los padres, dice textualmente (pag.76) “Es necesario que esta entrevista sea dirigida y limitada de acuerdo con un plan previo, porque de no ser así, los padres aunque conscientemente vienen a hablar del hijo, tienen la tendencia a escapar del tema mediante confidencias sobre ellos mismos. La entrevista que hemos acordado es para que hablen del hijo y de su relación con él y no debemos abandonar este criterio durante todo el curso del tratamiento. Como ya hemos dicho necesitamos obtener los datos de mayor interés en un tiempo limitado, que fluctúa entre una y tres horas”. 

En la línea en negritas está en síndrome de presentación. Como vemos ni Arminda ni sus seguidores kleinianos están dispuestos a que este síndrome se desarrolle: los padres la han llamado como psicoanalista de niños y ella se apresta prontamente a realizar su tarea. ¡Si los padres tienen problemas se vayan a un psicoanalista!  Igualmente la autora dejaba poco o nulo espacio a las entrevistas de seguimiento del niño durante la terapia. 

Yo no he seguido, intuitivamente, este consejo. Sino que he seguido a los padres durante la terapia. Al tiempo de  hacer esta práctica con éxito, me enteré que la mayoría de los padres que llevaban sus niños a terapia  En esa época en Argentina) estaban uno u ambos padres en un proceso psicoanalítico de largo alcance. Nuestro contexto es diferente: Los padres se sienten desvalidos ante los problemas del hijo, su formación  a veces es muy deficiente y a veces provienen de familias donde se ha tenido poco sentido común en la crianza y educación de los hijos. Ellos necesitan  hablar de ellos mismos, de su educación, de lo que piensan de los hijos, de su infancia e incluso de las discrepancias que tienen sobre el hijo y la manera de educarlo y estos contenidos por supuesto entran de lleno en el objetivo de la entrevista, y en una acogida integral porque como futuro terapeuta del hijo me interesa cómo piensan los padres y su modo  de actuar. Esto todavía no es un síndrome de presentación. 

El síndrome comienza a aparecer cuando te describen al niño y sus problemas… y yo, psicólogo infantil, con una idea de lo que es un niño normal y un niño con problemas, empiezo a no ver problemas por ninguna parte. Yo veo hábitos normales donde ellos ven falta de disciplina o escaso interés  en ciertos temas,  ellos ven exigencias casi obsesivas donde yo veo necesidad de ser escuchados y atendidos,  ellos ven rebeldía donde yo veo curiosidad por las cosas, ellos ven desobediencias donde yo veo discrepancias en el modo de hacer las cosas  (ya que tienen distintas fuentes de información), ellos ven dificultades escolares donde yo aprecio una  adaptación normal a la escuela  y una sobre-exigencia por parte de los padres. ¿Qué les pasa a estos padres?  Simplemente que el problema no lo tiene el niño, lo tienen ellos. 

Podemos definir el síndrome de presentación: cuando los padres consultan por el niño en vez de consultar por ellos.  

Cuando las cosas se presentan tan claras no hay más que enfocar la entrevista como un asesoramiento a la forma que tienen de relacionarse con el niño. Explicarles la normalidad de las conductas del niño y “otras modalidades” de entenderlo y realizar su papel de padres y proponerles otras entrevistas en este sentido.  En sucesivas entrevistas a veces insisten en que quieren que yo vea al chico, porque tienen curiosidad de saber su cociente intelectual, o asegurarse de que es normal. Otras veces aparece un segundo hijo como problemático. 

El síndrome de presentación quiere decir pues que los padres tienen a veces más problemas que los hijos. A veces son el origen y la causa directa de los problemas que presentan los hijos. En estos casos yo suelo escuchar a los padres y  hacerles ver que ellos son los más idóneos para ayudar a sus hijos en lo que les pasa y que la mejor intervención que podemos hacer es ayudarles a ellos para que ellos ayuden a sus hijos. Para ello deberíamos ver estas cosas que le pasan a su hijo más detenidamente.  

Varias veces han desaparecido los síntomas del niño en el plazo de pocas entrevistas  (una vez en una semana!) y que el efecto ha sido duradero y los padres reconocen que ellos han cambiado y eran ellos los que favorecían los síntomas  (nada graves por cierto!). Casi siempre  se han ido satisfechos con los cambios, con una mayor comprensión del hijo y con la puerta abierta de volver cuando lo necesiten.  

Algunas veces han insistido en que vea al niño para ayudarle en sus problemas (escolares o familiares) que realmente existen!  He accedido a ello, pero no ha sido ni necesaria ni conveniente una psicoterapia.  Siempre he dejado la puerta abierta, a otras entrevistas de seguimiento. La mayor parte de las veces no ha hecho falta.

El síndrome de presentación, de detectarse,  puede suponer  una evaluación familiar, para dilucidar si es más necesario una terapia familiar, que dejarnos llevar por la familia al presentarnos al  ”paciente indicado” como señuelo para tapar otros problemas familiares, a veces más graves. 

Es una difícil decisión, pero a veces hay que ver a toda la familia y seguir este camino de terapia familiar (en casos de psicosis y borderline está más indicada que la terapia individual).

Gerd Bierman. Tratado de Psicoterapia infantil, tomo II, Espaxs, Barcelona, 1973.

Arminda Aberastury. Teoría  y Técnica del psicoanálisis de niños, Paidos, Buenos Aires, 6ª Ed. 1977.

Pedro Jiménez Planas. Psicólogo, Psicoanalista. 

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